El gran sumo sacerdote

En el antiguo testamento la Tribu de Leví, que estaba compuesta por sus descendientes, los sacerdotes y el Sumo Sacerdote; estaban encargados de llevar a cabo los rituales religiosos. 

El Sumo Sacerdote era el único que podía entrar al lugar santísimo, pasar a través del velo y estar ante la presencia de Dios y este hecho ocurría únicamente una vez al año. 

Antes de entrar debía lavarse, ponerse ropa especial, traer el incienso quemado para que el humo cubriera sus ojos y no viera directamente a Dios, y debía traer la sangre de los sacrificios para la expiación de los pecados. ¿Y sabes? Para poder entrar tenía que estar perfecto ante la presencia de Dios. 

Así que imagínate que incertidumbre, tener que entrar ahí a la mismísima presencia de Dios, imagínate entrar y morir en el mismo instante. Déjame preguntarte ¿cómo estás tú para entrar ante la presencia de Dios? ¿Quién está intercediendo por ti? ¿Quién está presentado las ofrendas por tus pecados?

Parte de las obligaciones que debía hacer el sumo sacerdote era: presentar las ofrendas y sacrificios para el pueblo, incluso por sus propios pecados; simpatizar con el pueblo, aun con los ignorantes y extraviados; y lo más importante, debía ser elegido por Dios. 

Vamos a tomarnos un momento y analicemos a los sacerdotes del Antiguo Testamento y a Jesús, verás que encontraremos varias similitudes que Jesús cumplió para portar ese título. 

      1.  Jesús fue llamado por Dios (Salmos 2:7) 
      2.  Jesús es llamado nuestro sacerdote por siempre (Salmos 110:4)
      3.  Jesús ofreció ruegos y súplicas por el pueblo (Mateo 26:36-46)
   4. Jesús se ofreció a sí mismo, como el sacrificio perfecto por los pecados del mundo. 

Así que, Jesús fue oído por Dios a causa de su temor reverente hacia él. Aprendió obediencia a causa del sufrimiento, sufrimiento para confirmar que era Dios y que era hombre. Fue perfeccionado hasta la muerte. Y gracias a todo esto fue declarado el “Gran Sumo Sacerdote” por Dios. 

Al cumplir con la voluntad del Padre, Jesús venciendo al pecado, rasgó el velo por lo que podemos entrar libremente hasta el trono de la gracia y ahora nada puede separarnos de Dios.

“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo
 por la sangre de Jesucristo.”
Hebreos 5:10

“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo
por la sangre de Jesucristo…” 
Hebreos 10:19

Jesús es mi Sumo Sacerdote perfecto, el cual fue tentado en todo y por esta razón puede entenderme cuando estoy luchando contra la tentación. Tenemos la plena confianza de tener al mejor sacerdote intercediendo por ti y por mí. 

“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.”
Hebreos 7:26-28

"Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar 
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro."
Hebreos 4:16

Por último, déjame recordarte Jesús es Sumo Sacerdote y Rey, rey entronado y nada más y, nadie menos que en el “Trono de la gracia”. Está ministrando gracia y misericordia a los que acuden a Él por ayuda. 

¡No dudes ir a él!

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