Crónica de muerte



Si puedo ser honesta contigo, estos pasajes del día de hoy son los versículos que evito leer siempre que puedo, porque me invade una tristeza profunda, me imagino pasito a pasito cada cosa que enfrentó Jesús y es inevitable para mí no sentir un hueco en mi estómago. Esto es una crónica de una muerte que creo que ninguna de nosotras querrá vivir.  

Según lo describe Mateo:

-La tierra estaba totalmente en tinieblas; el diablo se gloriaba de vencer a Jesús, creyó que lo había logrado finalmente. Satanás creyó que la luz del mundo se estaba apagando poco a poco, sin contar que días después se levantaría más brillante que nunca; para no volverse a apagar jamás. Pero mientras esto sucedía la tierra estaba en completa oscuridad, la oscuridad del pecado, del arrepentimiento, de dolor. 

-Jesús gemía de dolor, hablaba y escuchaba lo que decían las personas más cercanas a él; hablaba con los ladrones, con su madre, con su discípulo amado, con los soldados...
Hablaba con el Padre, rogaba para que él escuchara su clamor, y es que aún en estos momentos tan críticos Jesús se dirige al Padre por medio de su Palabra. Jesús la sabía de memoria, Jesús sabía cómo debía hablar ¿y entonces porque el Padre no intervino? Según dicen los estudiosos, El Padre en estos últimos segundos, minutos de sufrimiento de Jesús; prefirió darle la espalda para no verlo más. 

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?”
Salmos 22:1 

Nuestro Dios sabía la recompensa que tenía lista y preparada para él en cuanto acabara con las tarea que le había encomendado. 

“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”
Filipenses 2:9‭-‬11 

-Las personas que miraban y las que pasaban se burlaban de él "…si es Elías." decían algunos. “...tiene sed, trae vinagre.” decían otros. 
Todo esto para cumplir con las profecías mesiánicas.

Mateo 27:47-48
Salmo 69:21

-Al momento de expirar el velo del templo se rasgó de arriba a abajo, y si haz visto una imagen de cómo eran los templos; esto debió ser algo impactante de ver. 

Este relato es como de una película de terror, que para mi gusto; sería muy difícil de ver y Jesús lo soporto hasta el final. Hasta la muerte,  muerte de cruz como nos lo dice Pablo en la carta a los Filipenses. 

Si retrocedemos a unas escenas atrás, podemos ver a Jesús orando en el Monte de los Olivos; con una profunda tristeza y aflicción, rogando al Padre pasar de esa copa. ¿Recuerdas que suda sangre porque su cuerpo, sus emociones, sus pensamientos han colapsado? Pues ese era el trabajo de Jesús, ¡Hacer la voluntad del Padre! Y esa voluntad era morir por ti y por mí. (Puedes leerlo en Marcos 14:32-442)

Jesús tuvo que sufrir todo eso para que al final el centurión y las personas que estaban presenciando pudieran ver la verdad, reconocerlo tal cual era, reconocerlo como Hijo de Dios. Y así es como Jesús logró darnos regalos ese día; regalos envueltos en papel feo para él; regalos en el papel más lindo para nosotros. Logró darnos libre acceso hasta el Padre, nos dió su sangre en nosotros, nos dio ojos abiertos para ver la verdad. 

“Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.”
Mateo 27:51‭-‬53 

Al tercer día Jesús cumplió con su palabra y resucitó; dándonos más promesas a que aferrarnos esperando su segunda venida.

“Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.”
Romanos 4:23‭-‬25 

Amada amiga, te reto a que sigamos honrando su legado, honrando el sufrimiento que vivió para darnos libertad, esperando ansiosas su venida, compartiendo sus enseñanzas y más aún en estos tiempos tan difíciles para el mundo. Te reto a seguir haciendo su voluntad, aunque esta nos haga sudar gotas de sangre.





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ACERCA DEL AUTOR



Laura Alfaro  
Tiene 28 años, es Costarricense. Sirve a los jóvenes en una agencia misionera junto a su esposo, cree firmemente en el discipulado basado en el modelo de Jesús y establecer relaciones fuertes. Le apasiona servir a las mujeres dentro de ADG





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