La amas al Orar

 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Mateo 22:37

La Palabra de Dios nos exhorta a amar a Dios en la manera que a Él le agrada. Amar a Dios con todo el corazón implica darle la prioridady estar dispuesto a renunciar a lo demás por ese amor, sea una persona o una cosa, sea lo que sea. Con toda tu alma, hace referencia a una vida dedicada solo a Él, es entregarse sin reservas y de forma constante hasta el final. Con toda tu mente, significa poner Su ley sobre nuestro criterio, sometiendo nuestro intelecto a Su conocimiento y nuestra razón a Su entendimiento. Debemos esforzarnos y luchar por ese amor y, para obtener la victoria esto debe hacerse bajo el control del Espíritu Santo que mora en nosotros, Sus hijos, pues de otra forma fracasaremos.

El amor de los hijos de Dios se ve manifestado en la obediencia a Su Palabra. En este caso, quiero hacer énfasis en un mandato que tiene que ver con la comunión que tenemos en Él por medio de Cristo: la oración.

Orad sin cesar. 1 Tesalonicenses 5:17

Orar es hablar con Dios y hacerlo sin cesar significa que debe hacerse continuamente sin parar. Gracias a Dios tenemos personas alrededor que nos aman y a las que amamos. A pesar de estar siempre rodeados por personas que son importantes para nosotros, siempre hay alguna persona más íntima con la que compartimos más tiempo. El tiempo y la dedicación a una persona muestra el valor que le damos.

Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad. Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. 1 Timoteo 4:7-8

Debemos ejercitarnos en la piedad, esto es, una vida devota al Señor, una entrega total y dependiente de Él. Para tener esta devoción es necesario disfrutar de una comunión con nuestro Padre Celestial, tiempos a solas con Él, donde estudiamos y meditamos en Su Palabra, donde también oramos. Ese momento es valioso y fundamental para el creyente, ya que esa es la fuente de nuestra vida en Jesús.

La vida de oración que tenemos muestra el valor y la importancia que le damos a nuestra relación con Dios.

No estoy diciendo que dejemos todas nuestras responsabilidades o compromisos aquí en la tierra para orar. Debemos cumplir con las responsabilidades que Dios nos ha asignado y ser testimonio de luz en cada una de ellas y en todo lo demás que se quiera añadir en nuestra vida terrenal, siempre y cuando sea agradable ante Dios. Sin embargo, el problema radica cuando desplazamos el primer lugar en nuestra vida, que le pertenece a Dios, hacia una persona, una actividad o una cosa. Es ahí donde caemos en el pecado de la idolatría.

Por lo tanto, la vida de oración en nosotros debe ser continua de dos formas:

1. Teniendo tiempos a solas para orar. Apartando todos los días un espacio para estar delante la presencia de Dios.

2. Estando conectados con Él durante el día a día, en todo momento. Esto implica, que siempre estaremos hablando con Dios en nuestro pensamiento o haciéndolo en voz alta, mientras ejerzamos nuestra rutina e, independientemente de lo que hagamos, lo tengamos presente todo el tiempo.

Además, debemos orar conforme a Su voluntad, porque solo así recibiremos lo que pedimos. Dios es soberano y perfecto, Él no cambia Sus planes porque alguien lo pida, Él cambia a Sus hijos para Sus planes, porque Su voluntad es buena, agradable y perfecta.  Por eso, podemos confiar en Su respuesta, pues Él nos ama y quiere lo mejor para nosotros; Él siempre tendrá para nuestras vidas pensamientos de bien y no de mal -Jeremías 29:11-.

Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. 1 Juan 5:14



 

0 Comentarios

Follow Me On Instagram