Quien satisface el Alma

 Como con médula y grasa está saciada mi alma; y con labios jubilosos te alaba mi boca.

Cuando en mi lecho me acuerdo de Ti, en Ti medito durante las vigilias de la noche.

Salmo 63:5-6

Una de las comidas que más puedo disfrutar es un buen churrasco, sobre todo cuando tiene esa parte que acá llamamos gordito, que es la que contiene la grasa de la carne. Cuando El Señor me da la bendición de poder comerlo, soy feliz y generalmente quedo bastante satisfecha.

Es curioso ver en este pasaje cómo David escribe algo al respecto encontrándose en el desierto, es difícil de pronto imaginar un banquete a la mitad de uno, ¿no te parece? Generalmente relacionamos un desierto con incomodidad, carencia, soledad, sed y hambre; el desierto representa la prueba en términos emocionales y espirituales. Y en efecto, se cree que David escribía este Salmo mientras huía para salvar su vida, la cual era amenazada por su hijo Absalón.  

Sin embargo, fue así, a mitad del desierto y en el medio de la prueba, el salmista no hablaba de una necesidad de alimento, sino de la satisfacción de su alma necesitada. Nos muestra a través de un precioso escrito la manera en la que le anhela, le busca y le encuentra. Le alaba reconociendo Su tierno amor y Su inmensa misericordia, reconociendo que son algo mejor que la vida misma.

Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por Ti, oh Dios, el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente…
Salmo 42:1-2ª

Es hermoso pensar que nuestra alma puede anhelarle de esa manera, que puede suspirar por Él, por Su presencia en nuestras vidas. Sin embargo, vivimos en un mundo en el que es fácil perder la dirección de nuestros deseos y nuestras necesidades. Muchas veces intentamos llenar ese sentido humano de querer algo más. El teólogo Richard Sibbes citó: “Todas las cosas terrenales son como el agua salada: aumentan la sed, mas no satisfacen”. 

Porque Él ha saciado al alma sedienta,
Y ha llenado de bienes al alma hambrienta.
Salmo 107:9

Los tiempos de oración nos dan la maravillosa oportunidad de saciar la sed de nuestra alma con agua de vida eterna. Él es la fuente que provee para cada necesidad de nuestras vidas. Tenemos un dulce ofrecimiento, aquel que nos dice que podemos acercarnos al trono de Su gracia confiadamente y que seremos recibidos siempre en Sus brazos llenos de misericordia, con la certeza de hallar el socorro que necesitamos en el momento oportuno.

La ayuda, la fuerza, la provisión y el sustento que necesitamos los encontramos al derramar nuestro corazón en adoración cada día y aún por la noche, en los versículos 6 al 8 del Salmo 63 leemos: Cuando en mi lecho me acuerdo de Ti, en Ti medito durante las vigilias de la noche. Porque Tú has sido mi ayuda, y a la sombra de Tus alas canto gozoso. A Ti se aferra mi alma; Tu diestra me sostiene. 

En el compromiso de la oración nos encontramos con la hermosa bendición de Su amor de Padre, de Buen Pastor, el que satisface por completo toda necesidad de nuestro ser.

Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos;
y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan.
Isaías 58:11



0 Comentarios

Follow Me On Instagram