Momento de morir



“Porque por cuánto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”.
1 Corintios 15:21-22

¿Luchas con el miedo a la muerte? O por el contrario ¿luchas con ideas suicidas?

La muerte puede tener una apariencia muy intimidante, y para algunas puede que sea mejor no nombrarla; para otras quizás, la muerte sea una contemplación diaria en sus pensamientos como una respuesta inmediata a las presiones que enfrentan.

Sea cual sea tu caso, la biblia tiene mucho para decirnos no sólo acerca de la muerte, sino más aún, de la resurrección.

En primer lugar, Pablo asegura en 1 Corintios 15:20 que Jesucristo ha resucitado de los muertos y esto lo afirmamos porque sabemos que Él es el único ser humano que ha tenido el poder de entregarse a la muerte y volver a la vida porque es Dios.

Ningún ser humano tiene el poder de escoger morir y volver a la vida o solamente no morir, la caída de Adán no solo complicó la vida sobre la tierra, sino que además corrompió a todos los descendientes, si aún tienes dudas acerca del efecto que tuvo el pecado de Adán, tan sólo mira la cruda realidad de la muerte justo ahora con la pandemia de coronavirus.

Pero tenemos buenas noticias, en segundo lugar, Pablo dice que es cierto, las decisiones de un ser humano afectaron el destino de todos los demás, pero la muerte y resurrección de un ser humano distinto afectaron el destino de los que están en él, ese es Cristo Jesús. En Adán todos mueren, en cambio podemos mirar a Cristo y asirnos de él en fe para asegurar nuestra propia resurrección.
Esto es un hecho, porque Cristo no simplemente vino a perdonar nuestros pecados, él vino para asegurarse de que los que creen en él vivan con él. Los cristianos no simplemente creemos en Jesús y nos identificamos con sus padecimientos, estamos unidos con él en su resurrección. La resurrección de Jesús implica la resurrección de su pueblo.

En consecuencia, Pablo afirma en tercer lugar que hay un orden de resurrección, en el obrar de Dios se ordenó que el Hijo de Dios fuera el primero en levantarse de los muertos como las primicias, es decir, el primer fruto que anticipa la cosecha, luego nosotros los creyentes que existimos en Cristo y pertenecemos a él, resucitaremos en él como su cosecha.

Así que, negar o aceptar la resurrección del cuerpo va de la mano con nuestro estilo de vida, si creemos que el poder de Dios levantó a Jesús de los muertos, podemos confiar que sea por accidente, o enfermedad o cualquier forma soberana que Dios elija para nuestra muerte nosotras seremos resucitadas en él, y puedes confiar de que llegado ese momento estará la mano de Cristo extendida ayudándote a pasar al otro lado.      

Si por el contrario, contemplas la muerte como algo deseable y has estado buscando maneras de ejecutarla como una forma de liberarte de las presiones que experimentas, te diré primero que: como hijas de Dios ansiamos el día en que llegue la muerte, porque deseamos estar con el Señor. De hecho, el mismo Pablo escribiendo a los filipenses dice que él vive para Cristo, pero si puede morir le es mucho mejor, porque para él significa una ganancia mayor: vivir en la plenitud de Dios.

Entonces ¿estás deseando la muerte por las razones correctas?

Segundo: Si estás planeando ejecutar tu propia muerte, no habrá para ti esperanza de resurrección para vivir con Cristo porque no estás dejando que sea Dios el soberano sobre las circunstancias de tu muerte, la muerte no es un escape a la presión. Si tu crees en la resurrección de Cristo y de los creyentes puedes mantenerte firme sin importar la presión que experimentes. Debes considerar esto muy en serio y volverte al él en arrepentimiento, sé lo suficientemente humilde como para abandonar en manos de Dios la causa, la forma y el momento de tu muerte.




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ACERCA DEL AUTOR 

Angélica Jiménez
Hija de Pastores misioneros de nacionalidad Colombiana, ha servido desde los 9 años junto a sus padres en los países de Bolivia y Argentina. Diagnosticada alrededor del año 2009 con Síndrome de Eisenmenger ha propuesto en su corazón servir a Dios hasta el día en que él se lo permita. Sus experiencias en la obra misionera continúan labrando el sueño de brindar herramientas bíblicas para las jóvenes de hoy.


       


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