Inmutable




 Por lo cual Dios, deseando mostrar más plenamente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de Su propósito, interpuso un juramento, a fin de que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, los que hemos buscado refugio seamos grandemente animados para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.

Hebreos 6:17-18

 

Dios asegura a Su pueblo la promesa de la salvación jurando por Él mismo, un juramento entre Él y Abraham a modo de confirmar Su pacto. Esto con el fin de dar certeza a los herederos que abrazan hoy la salvación.

La palabra inmutable significa que no cambia, la inmutabilidad es un atributo de Dios, por ende, Su propósito y Sus promesas no cambian. Por esto se puede confiar ciegamente en Él, porque es confiable y seguramente fiel, nunca miente, Él no puede negarse a Sí mismo. 

En la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, Tito 1:2

Si Dios no fuera inmutable, nadie sabría qué esperar de Él y sería difícil creerle. Esto pasa con el agricultor que siembra y espera recibir cosecha, debido a las leyes de la naturaleza que Dios ha establecido en Su creación, el que planta una semilla de manzana espera comer con ansia de ese fruto. Sin embargo, si estas leyes no estuvieran y se rigieran las cosas por capricho, ¿qué caso tiene sembrar y plantar algo si no se recibirá lo que se espera?

Por lo tanto, ¿qué seguridad se tendría de la salvación si Dios no fuera inmutable? ¡Ninguna! Por eso, el cristiano puede estar seguro de la salvación tan grande que tiene en Cristo. ¡Gloria a Dios, por Su carácter inmutable!

Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible. Mateo 19:25-26 

¡Magnifico! ¿cierto? Qué maravilloso es saber que podemos gozar de la vida eterna por la promesa de Jesucristo para salvación, no por nosotros mismos, ya que para nosotros es imposible salvarnos a nosotros mismos.

Hoy como cristianas disfrutamos de la vida abundante que nos da Cristo, le pertenecemos para siempre, nada ni nadie puede arrebatarnos esa promesa, porque Quien la prometió no miente y es fiel para cumplir todo lo que determina. 

 

Y Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de Mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de Mi Padre. Juan 10: 28-29 

¡Bellas! Somos salvas por gracia, porque no merecemos la salvación que Dios nos ha dado en Jesús. Gracias a Su misericordia Él no nos da lo que merecemos. Todo esto es por obra Suya y no tenemos ningún mérito.

Amadas, podemos estar seguras de que, si hemos tenido un encuentro personal con Cristo, el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones para amarlo y amarnos unas a otras. Y aunque fallemos, Él permanece fiel. Al confesar nuestro pecado, Dios nos perdona y nos limpia, poniendo en nosotros el querer como el hacer por Su buena voluntad. Además, somos amadas y selladas por el Espíritu de Dios para alabanza de Su gloria.

Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Filipenses 1::6 

El carácter inmutable de Dios nos da confianza en la seguridad de la salvación y esperanza en el propósito eterno que tiene para nosotras como Sus hijas.



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