La belleza es pasajera


“Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al SEÑOR, esa será alabada”. Proverbios 31:30 LBLA

Todas queremos ser bonitas, y nos esforzamos por serlo, el simple hecho de llevar algo que consideramos lindo nos hace cambiar la manera en que nos sentimos. Pero ¿qué ocurre cuando no alcanzamos los estándares de las famosas?

Amigas, creo que en cuestión de belleza, todas hemos sido engañadas de la misma manera. Cada mujer ha sufrido las consecuencias de esta gran mentira cuando se ha mirado en el espejo y se ha odiado así misma, yo también pasé por allí. ¡Las mujeres de la televisión, las revistas y también las que modelan outfits en Pinterest se ven tan perfectas! Que yo estoy lejos de una escultura así.

Pero déjame decirte que no necesitamos una apariencia que impresione a otros para obtener felicidad permanente,  Cristo es el que ofrece una permanente felicidad independientemente de lo que revele el espejo de nuestra estética. Claro que no debemos caer en el otro extremo de descuidarnos totalmente, esto no es saludable; desarreglarte y andar todo el día en pijama denota una falta de interés por la vida. 

Creo firmemente que Dios es la máxima expresión de la belleza, y que esa característica de su Ser la ha querido revelar en la creación de la mujer, pero lo que hemos hecho nosotras es creer un falso concepto de belleza centrada solamente en la apariencia externa y la ahora moda de la eterna juventud.   Si tú eres una joven que está decidida a abrazar la verdad de la Palabra debes mantener un equilibrio exterior,  la belleza de un espíritu piadoso es lo que debe salir a relucir. Esa es la verdadera expresión de belleza, y créeme una joya realmente rara que el mundo puede no notar, pero para el  Rey de reyes no pasará desapercibido. 

Una cara bonita es pasajera. Sólo podemos gozar de ella en los años de juventud, luego tendremos que lidiar con líneas de expresión. Pero si nuestro corazón atiende a la belleza de Cristo, nuestra belleza poco importará. 

Quiero que leas las palabras de esta joven: 
“Esta soy yo, o al menos quien solía ser. Por mucho tiempo no me veía realmente por quien era, sino por lo que creía tenía que ser.  Llegué a una crisis de identidad donde me encontré sola, deprimida y sin dirección, eso me llevó a verme de una manera errónea sin saber quién era o a dónde iba, y en consecuencia, a vivir una vida que no me correspondía. Entre más trataba de caber en los estándares del mundo, más me perdía y hundía, quería caber en las etiquetas de la sociedad que creía me daban valor: popular, atractiva, exitosa, entre muchas más. Cuando llegué a lo más bajo de mi vida, sin esperanza y rota en mil pedazos, Dios me encontró, rompió mis cadenas y restauró mi identidad, me dio un nuevo nombre lleno de vida y propósito que durará para siempre. Él me llamó suya, me llamó su hija, perdonó mi pasado y restauró mi futuro y fue así como encontré el camino”. Edyah Barragán.

 “Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día. Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”.  
2 Corintios 4:16-18 LBLA





ACERCA DEL AUTOR  

Angélica Jiménez

Hija de Pastores misioneros de nacionalidad Colombiana, ha servido desde los 9 años junto a sus padres en los países de Bolivia y Argentina. Diagnosticada alrededor del año 2009 con Síndrome de Eisenmenger ha propuesto en su corazón servir a Dios hasta el día en que él se lo permita. Sus experiencias en la obra misionera continúan labrando el sueño de brindar herramientas bíblicas para las jóvenes de hoy.

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