Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tienes fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Hebreos 11:9-10
No hay nada como estar en casa, ya que por ser nuestra, tenemos comodidad y la libertad para disfrutar de la misma y movernos como queremos. Dios le prometió a Abraham una descendencia bendecida y una tierra en la que viviría, él le creyó y por eso, lo dejó todo siendo obediente a Dios, mientras esperaba el cumplimiento de la libre promesa que Dios le había hecho por gracia.
Abraham confiaba en Dios y en su perfecta forma de obrar, cuando Dios le llamó ya era viejo y no tenía hijos; una situación no favorable para la promesa que Dios le había declarado, pero le creyó a Dios a pesar de sí mismo y las circunstancias, porque él sabía quién era Dios.
Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
Génesis 15:6
Así como Abraham hizo lo correcto al poner su fe por encima de su parecer y entorno, debemos hacerlo nosotras. ¡Fácil cierto!, claro que no. Es muy difícil creer en la solución cuando se está entre la espada y la pared, rodeada de neblina sin poder ver la salida, impotente ante lo emergente, un alma que llora en silencio ante la gente y que se desmorona en lo secreto.
No sé en qué estado te encuentras, como tampoco las situaciones que te rodean. Solo Dios conoce en detalle nuestras luchas internas como externas, solo él sabe nuestro dolor y temor, como también nuestras alegrías y sueños; pero sabemos por la palabra de Dios, que esta vida es pasajera, como todo lo que en ella hay. ¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad! [Eclesiastés 12:8]
Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;
2 Corintios 4:17
¡Hija de Dios! somos peregrinas en esta tierra, este lugar no es nuestra casa, sino una morada temporal, entonces, mientras estemos aquí en la tierra vivamos para Dios. Hemos sido predestinadas conforme a su propósito para alabanza de su gloria dice la palabra en Efesios 1.
Abraham le creyó a Dios, y eso marcó la diferencia en él y en todos aquellos que dieron testimonio de su fe en Dios como se puede ver en las sagradas escrituras; hombres como nosotros que aceptaron las promesas de Dios en sus vidas, promesas que implican creer y obedecer para ser alcanzadas.
Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.
2 Pedro 3:13-14
Dios tiene grandes promesas para sus hijos, en la palabra de Dios se encuentran promesas aplicables para esta vida y para la venidera; y la más grande promesa que tenemos, es la vida eterna, una vida que está en Jesús [1 Juan 5:11-13]. Un pacto eterno hecho a los hombres por la gracia de Dios y solo por medio su único hijo. [Efesios 2:8-9].
Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciado el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.
Hebreos 12:2-3
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